Edadismo y talento Senior
Muchos de los profesionales seniors que inician una búsqueda de una nueva oportunidad laboral, lo primero que piensan es en la dificultad que se van a encontrar en el mercado por su edad. Tener más de 50 años es una característica más de nuestro perfil, que nunca deberíamos poner en primer lugar a la hora de buscar un nuevo proyecto.
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Muchos de los profesionales seniors que inician una búsqueda de una nueva oportunidad laboral, lo primero que piensan es en la dificultad que se van a encontrar en el mercado por su edad. Tener más de 50 años es una característica más de nuestro perfil, que nunca deberíamos poner en primer lugar a la hora de buscar un nuevo proyecto.
Si no tuviéramos esta edad, no tendríamos la experiencia con la que contamos, no tendríamos todo el conocimiento acumulado a lo largo de nuestra trayectoria, no contaríamos con todas las experiencias vividas en las diferentes posiciones en las que hemos trabajado y no habríamos conseguido llegar hasta donde hemos llegado.
Cada uno de nosotros somos únicos y tenemos unas características personales y profesionales que son las que debemos destacar. Además, es muy importante que tengamos y mantengamos una actitud optimista, aunque va a haber momentos en los que no va a resultar fácil.
Y el mercado laboral, ¿qué feedback nos da?
El mercado laboral no busca únicamente profesionales jóvenes y con poca experiencia, también busca profesionales seniors y con una trayectoria extensa que puedan ayudar a orientar mejor el negocio y a ser referente en el mercado. Hay compañías que, en un momento concreto, no contratan profesionales que tengan una edad superior a 50 años, pero hay muchas otras que sí. No olvidemos ser flexibles, tenemos que conocer el mercado y adaptarnos a él. Debemos saber en qué momento se encuentra nuestro mercado diana y las empresas en las que queremos trabajar. Tenemos que poner el foco en aquellas compañías que busquen profesionales con experiencia y en las que la nuestra les aporte valor.
Reflexionemos para saber quiénes somos como profesionales, qué nos hace diferentes, qué podemos aportar en un proyecto nuevo. Debemos tener claras estas respuestas a la hora de llevar a cabo una búsqueda. Tenemos que conocerlo y tenemos que saber contarlo. Preparemos muy bien nuestro discurso y tengamos claro qué queremos buscar, antes de hablar con nuestros contactos o con responsables de contratación.
Debemos presentarnos en el mercado indicando, en primer lugar, cuál es nuestra función u objetivo profesional, dando a conocer los aspectos de nuestra experiencia profesional que mejor nos vendan para la posición que estamos buscando y teniendo claras las competencias que tenemos desarrolladas y que mejor encajan con las competencias asociadas a nuestra función.
¿Y qué está en nuestras manos a la hora de gestionar el plan de búsqueda de empleo?
Tenemos tendencia a hablar en pasado y a explicar toda nuestra experiencia profesional, porque es importante para nosotros y porque nos gusta hablar de nosotros mismos. Pongamos el foco en el presente y en el futuro inmediato y definamos bien quienes somos y qué podemos ofrecer. Adaptemos el enfoque de nuestro discurso a las necesidades del responsable de contratación o del mercado y resaltemos aquellos aspectos más relevantes de nuestro perfil y que mejor encajen con las necesidades de nuestro interlocutor. No siempre sabemos qué necesidades puede tener la compañía o nuestro contacto y, cuando esto ocurre, debemos enfocar nuestra presentación hacia qué aspectos de nuestra experiencia y de nuestra formación nos vende mejor para ser la opción preferente en un puesto ideal y en el que nos gustaría trabajar.
A la hora de elaborar un currículum, destaquemos nuestro perfil profesional, los logros que hemos obtenido y que estén relacionados con la función que buscamos. Es aconsejable no indicar ni nuestra fecha de nacimiento ni nuestra edad. El mercado busca profesionales que le ayuden a hacer crecer el negocio, no profesionales de determinada edad, aunque no podemos dejar de tener en cuenta que puede ser un motivo de descarte.
Examinemos también si hay algo en nuestro perfil que debamos mejorar. ¿Debemos actualizar nuestros conocimientos tecnológicos? ¿Debemos formarnos en otros conocimientos que el mercado está demandando en estos momentos y que no dominamos? Ahora es el momento de invertir en nosotros mismos. No nos podemos quedar atrás. El aprendizaje continuo es necesario para continuar estando en la cresta de la ola.
También podemos pensar que el mercado puede considerar que somos caros. Si esto es cierto, deberemos analizarlo bien. Tenemos que conocer cuánto está dispuesto el mercado a pagar y si nuestra retribución se corresponde con lo que podemos aportar a la compañía. Es fundamental ser una inversión para la empresa que nos contrate y no un gasto. Tenemos que aportar valor a los proyectos y conseguir hacerlos ganadores.
Es aconsejable ser flexible con la relación laboral que vayamos a tener con la compañía, aunque este aspecto normalmente se trata una vez que hemos expuesto nuestra candidatura y que la compañía quiere contar con nosotros. Puede ocurrir que por diversos motivos a la compañía no le encaje tener una relación laboral, pero sí puede contratar nuestros servicios como autónomo o a través de una Sociedad, y si para nosotros es una solución válida, no debemos ser un impedimento para alcanzar nuestro objetivo de incorporación al proyecto profesional.
Necesitamos escuchar, saber qué demanda el mercado, qué queremos hacer y en qué somos buenos. Analizar bien dónde encaja nuestro perfil y crear una estrategia para darnos a conocer a aquellas compañías que necesitan de nuestro valor para seguir creciendo.
Y como dice el sabio refranero español, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Demostremos que nuestra experiencia es un valor diferencial.