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¿Cómo te interrelacionas en el entorno Laboral?

A través de este artículo, mi objetivo es reflexionar sobre la importancia de las relaciones interpersonales dentro de las empresas, lo que inevitablemente nos llevará a cuestionarnos cómo nos perciben nuestros compañeros y si somos debidamente valorados por nuestros jefes.

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Publicado el 15/11/2024 

Un buen comienzo para afrontar este asunto sería recordar el concepto de lo que es la empresa. La definición quedaría hueca si no habláramos del grupo de personas que la conforman como el núcleo duro de la organización, que son capaces de producir algo o prestar un servicio por el que se obtengan beneficios.

 

Por tanto, lo primero que nos sugiere el entorno empresarial es que hay que contar con las personas adecuadas. Podemos acordar que contar con las personas técnicamente capacitadas es clave para llevar a cabo cualquier acción con éxito. Sin embargo, esto no será suficiente si esas personas no se relacionan entre sí con empatía o si no comparten una intención leal y común de alcanzar los objetivos establecidos por la dirección.

 

La clave radica en fomentar una autoestima sólida que favorezca las relaciones interpersonales. ¿Cómo podemos conseguir que cada miembro de la organización, desde el presidente ejecutivo y el director general hasta el empleado de menor responsabilidad, sienta que su trabajo es valorado?

 

Esta pregunta entra de lleno en la esfera laboral. La ecuación sería que, a mayor nivel de autoestima en el conjunto de los trabajadores y directivos, mayor efectividad de una interrelación global que redunde en el éxito de la empresa.

 

Un divertido ejemplo de lo que quisiera transmitir se puede vislumbrar en la película “El Becario”. Esta película, interpretada por Robert De Niro, trata de un jubilado de 70 años que se presenta a una oferta de trabajo para becario sénior en una empresa de emprendedores. Una vez incorporado a la plantilla, consigue, desde el minuto uno, ganar la confianza, el cariño y el respeto de sus jóvenes compañeros y de su jefa. Su argumento y desarrollo recrean lo que son capaces de aportar a la empresa unas relaciones interpersonales sanas, en este caso también entre generaciones muy distintas.

 

Queda claro que el éxito empresarial está estrechamente ligado a la satisfacción individual y colectiva de las personas. Sin embargo, es igualmente importante que esa satisfacción se consiga sin comprometer las responsabilidades y obligaciones establecidas en el contrato de trabajo.

 

Desde la perspectiva individual, si todos los trabajadores tienen una actitud humilde, podrán ser líderes entre iguales. El liderazgo no se basa únicamente en la excelencia en el desempeño, sino en ser moralmente ejemplar. De esta forma, serán los valores y principios de cada uno los que determinarán la satisfacción individual si se aplican rectamente y de forma honrada en las relaciones con los compañeros y jefes.

 

A veces, los valores y principios de cada uno podrían entrar en conflicto con los de terceras personas, lo que debería moderar su aplicación hasta donde la conciencia personal lo permita. Más allá de estas convicciones íntimas y absolutamente respetables, ya sean de índole religiosa o política, es razonable esperar que el comportamiento humano mantenga una coherencia en la relación con los demás.

 

En una organización jerárquica como una empresa, es fundamental entender cuál es tu posición y cómo actuar de acuerdo con ella. Para ello, es clave desarrollar virtudes como la humildad y el respeto, junto con la perseverancia y el sacrificio. Acompañar estas cualidades con un trato educado y respetuoso hacia subordinados, compañeros y superiores, sin comprometer nuestras convicciones morales, nos permitirá desarrollar la aptitud necesaria para desempeñar nuestras funciones con éxito.

 

Si se establece un proceso profesional adecuado para la selección de personal y se contrata a aquellos que demuestran la actitud necesaria—entendida como la disposición para desarrollar posteriormente la capacidad para realizar las tareas—no será complicado alcanzar la aptitud, tanto individual como colectiva, siempre que los órganos de gobierno tengan la voluntad y utilicen métodos adecuados.

 

Para alcanzar niveles óptimos de una práctica colectiva de esta naturaleza, además de conseguir la selección de empleados con buena actitud, una vez incorporados posteriormente se debe obtener de ellos la aptitud real como medio de gestión inteligente. ¿Cómo alcanzar la aptitud ética relacional del personal como respuesta organizativa? La propuesta atrevida sería la de establecer programas de formación de comportamiento y planes de convivencia para los integrantes de la empresa a todos los niveles, que ayuden a implementar la aptitud perseguida.

 

A modo de conclusión, al igual que a las empresas se les exige, extramuros, responsabilidad social corporativa, para lo que utilizan instrumentos como declaraciones de visión, misión y valores o códigos de conducta, es tiempo de insistir en potenciar programas y planes para obtener unas sanas relaciones interpersonales entre los individuos que conforman la empresa. El crecimiento de la autoestima a título personal es el germen y la clave para ello, que pasará por la reputación como concepto relacional, que no es otra cosa que la opinión que los otros tienen sobre nuestra persona. Si esta visión de los demás es positiva, y además se ocupa el puesto adecuado, y tenemos buena valoración de los jefes, estamos en la buena línea para conseguir la óptima y deseada interrelación colectiva de la plantilla.

 

Cristina Lucini
Executive Manager Finance & HR Division