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Qué es la inteligencia cultural

Analizamos la inteligencia cultural, su impacto en el lugar de trabajo y cómo fomentar la inteligencia cultural dentro de una empresa.

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Publicado el 28/08/2024 

A medida que la economía global se transforma rápidamente, cada vez más empresas quieren preparar a sus empleados con las habilidades necesarias para trabajar con poblaciones diversas en todo el mundo. Una habilidad clave para lograrlo con éxito es tener inteligencia cultural. Aprender sobre este concepto puede ayudarle a entender por qué es importante y cómo puede ayudar a mejorar el rendimiento empresarial y la cultura de la empresa.

En este artículo, analizamos la inteligencia cultural, su impacto en el lugar de trabajo y cómo fomentar la inteligencia cultural dentro de una empresa.

¿Qué es la inteligencia cultural? 

La inteligencia cultural, o CQ (cociente cultural), es nuestra capacidad para adaptarnos eficazmente a nuevos contextos culturales y a culturas diferentes. 

En su libro ‘Cultural Intelligence: Individual Interactions Across Cultures’, P. Christopher Earley y Soon Ang definen la inteligencia cultural como “la capacidad de una persona para adaptarse con éxito a nuevos entornos culturales, es decir, a entornos desconocidos atribuibles al contexto cultural”.

En términos simples, en entornos laborales, la inteligencia cultural se refiere a nuestra capacidad para trabajar eficazmente con personas de diferentes orígenes culturales. 

Esta capacidad no se limita a nuestra sensibilidad y conciencia cultural, sino que va más allá. Es decir, las personas con una alta inteligencia cultural se sienten seguras en nuevos entornos y, al tomar decisiones fundamentadas basadas en observaciones, son capaces de utilizar sus habilidades para alcanzar sus objetivos en situaciones culturalmente diversas. 

La diferencia entre inteligencia emocional e inteligencia cultural

Según el psicólogo Daniel Goleman, autor del libro ‘Inteligencia emocional: por qué puede importar más que el coeficiente intelectual’, la inteligencia cultural y la emocional comparten un elemento crucial: la tendencia a pensar antes de actuar. 

Sin embargo, la principal diferencia es la siguiente: la inteligencia emocional se refiere a nuestra capacidad de comprender nuestros propios sentimientos y los de los demás, mientras que la inteligencia cultural se ocupa de nuestra capacidad de captar los aspectos culturales del comportamiento, los valores y las actitudes de otras personas. 

En concreto, las personas con una alta inteligencia emocional captan rápidamente las emociones, deseos y necesidades de los demás. Además, comprenden cómo su comportamiento y sus emociones afectan a los demás. En otras palabras, son empáticos y perceptivos. Sin embargo, a veces carecen de las habilidades necesarias para comprender los factores culturales implicados y adaptar su comportamiento en consecuencia. 

Por otra parte, además de ser conscientes de los sentimientos y necesidades de los demás, las personas con alta inteligencia cultural perciben peculiaridades en los valores, creencias y actitudes de las personas de diferentes culturas. Son, por tanto, capaces de adaptar su comportamiento a las circunstancias. 

En otras palabras, son muy empáticos y perceptivos incluso cuando se comunican con personas que vienen de otras culturas y se comportan de maneras con las que no están tan familiarizados. 

3 componentes de la inteligencia cultural

En su artículo de HBR Cultural Intelligence, P. Christopher Earley y Elaine Mosakowski afirman que la inteligencia cultural consta de tres componentes:

  • Habilidades cognitivas (Cabeza), que incluyen:
  • Percepción.
  • Interpretación.
  • Comprensión de las diferencias culturales.
  • Señales físicas (Cuerpo), a las que debemos prestar atención:
  • Gestos.
  • Imitar.
  • Maniobra
  • Comprensión emocional (Corazón), que implica:
  • Franqueza.
  • Aceptación.
  • Motivación.

Así pues, para entender este fenómeno y mejorar nuestra propia inteligencia cultural, analicemos con más detalle cada uno de sus componentes.

Habilidades cognitivas: cabeza

El primer componente de la inteligencia cultural, las habilidades cognitivas, se denomina Cabeza. 

Se trata de nuestra capacidad para comprender una cultura diferente y adaptar nuestro comportamiento de manera que agilice nuestra comunicación con los miembros de dicha cultura y erradique algunas de las barreras de comunicación más comunes. 

Esto también significa que nuestras habilidades cognitivas pueden ayudarnos a comprender mejor diferentes culturas, al realizar algunas investigaciones y mostrar un interés activo en nuestros colegas con diferentes orígenes.

Por ejemplo, supongamos que nuestra empresa nos ha enviado a otro país para gestionar un departamento. Lo primero que debemos hacer es estudiar detenidamente la cultura del país e intentar comprender el comportamiento de los lugareños. Este es el primer paso para que seamos un directivo de éxito tanto en nuestro país como en el nuevo al que nos han enviado. 

Señales físicas: cuerpo

El siguiente componente de la inteligencia cultural es el cuerpo, es decir, las señales físicas. 

En concreto, esta parte se refiere a nuestra capacidad de observar cómo las distintas culturas utilizan las señales físicas y de corresponderlas. Al hacerlo, mostramos a nuestros compañeros de trabajo que estamos haciendo un esfuerzo consciente por comprender su cultura y asegurarnos de no ofenderlos sin darnos cuenta. 

No basta con decir que comprendemos la cultura de nuestros colegas o invitados extranjeros. Es necesario demostrarles que la comprendemos, con nuestras acciones y nuestro comportamiento.

Por ejemplo, una reunión profesional estadounidense con un colega francés en París podría resultar confusa si se le saluda con dos besos en las mejillas. Si bien besar a un socio comercial es perfectamente aceptable en Francia, es completamente inapropiado en los EE.UU.  

Comprensión emocional: corazón

El tercer componente de la inteligencia cultural es la comprensión emocional, el corazón. En otras palabras, esta es la parte donde la motivación para comprender a colegas de diferentes culturas y colaborar con éxito con ellos es clave. 

Esto significa que, al adaptarnos a nuevas culturas, casi con certeza vamos a enfrentarnos a desafíos y contratiempos. Lo principal es perseverar y no dejarnos desanimar por los errores que cometemos en el proceso de aprendizaje. 

Ahí es donde entra en juego la motivación, que nos permite recuperarnos tras enfrentarnos a obstáculos o fracasos y volver a intentarlo. Necesitamos aprender de nuestros errores y estar decididos a esforzarnos más para comunicarnos de manera eficiente con nuestros colegas de diferentes culturas.  

Por ejemplo, supongamos que nunca hemos trabajado con colegas de otras culturas y ahora todo ha cambiado porque nuestra empresa ha abierto oficinas en Inglaterra. Es probable que surjan algunos problemas (tal vez pequeños problemas de comunicación), pero depende de nosotros reunir el coraje para seguir adelante con nuestros esfuerzos incluso cuando nos enfrentemos a desafíos. 

¿Por qué es importante la inteligencia cultural en el lugar de trabajo? 

Ahora que estamos más familiarizados con la inteligencia cultural y sus componentes, es hora de considerar su importancia en el lugar de trabajo. 

En busca de respuestas, vemos la opinión de varios expertos, así que veamos qué tienen que decir sobre los beneficios de la inteligencia cultural en el lugar de trabajo. 

La inteligencia cultural mejora la comunicación y la colaboración

Sin duda, uno de los principales beneficios de la inteligencia cultural es la mejora de la comunicación y, en consecuencia, de la colaboración. Esto es precisamente lo que nos dicen algunos psicólogos clínicos:

  • A la hora de afrontar el comportamiento en el lugar de trabajo, la inteligencia cultura resulta de vital importancia. A través de ella fomentamos la comprensión y la colaboración entre equipos diversos. La inteligencia cultural permite una comunicación eficaz, el respeto por los distintos puntos de vista y mejora la innovación aprovechando una rica variedad de perspectivas.
  • La inteligencia cultural permite la colaboración. Sin ella, las ideas no se comparten y los problemas no se resuelven. No es solo algo bueno, sino también un imperativo empresarial. La inteligencia cultural aprovecha las ideas innovadoras que surgen de una base de talentos diversa. Permite que todas las voces contribuyan con impacto. Sin ella, las empresas están en desventaja competitiva.

La inteligencia cultural mejora el ambiente laboral

Tener un ambiente de trabajo positivo es una de las condiciones más esenciales para la satisfacción de los empleados.

En concreto, en la era de una mayor concienciación sobre la diversidad, la inteligencia cultural es sin duda un factor que contribuye a crear un ambiente de trabajo positivo. La diversidad hace que el entorno laboral sea más agradable. Sin embargo, no significa mucho sin la inteligencia cultural.

  • Conseguir una buena calidad comunicativa es imprescindible para edificar la base de inclusión de la empresa. Esto permite que la diversidad prospere, lo que se traduce en mayores niveles de innovación, mejores retornos y menor riesgo financiero.

La inteligencia cultural amplía el grupo de talentos

Otro beneficio de la inteligencia cultural es que permite a las empresas reclutar a los mejores talentos de todo el mundo. 

Al trabajar para mejorar la inteligencia cultural dentro de nuestra fuerza laboral, las empresas no se limitan a contratar solo candidatos nacionales, sino que pueden elegir entre un grupo de talentos mucho más amplio. 

Contar con empleados con un alto coeficiente intelectual permite a las empresas tener una fuerza laboral más colaborativa. Además, una fuerza laboral intercultural ayuda a las empresas a competir dentro del mercado global, ya que permite asociaciones y colaboraciones más efectivas fuera del mercado local. 

La inteligencia cultural aumenta la retención de empleados 

Además, el CQ es uno de los factores clave para aumentar la retención de empleados:

  • La inteligencia cultural en el lugar de trabajo es importante para reducir la asimilación y aumentar la retención de los empleados. Los empleados son, ante todo, seres humanos.
  • La innovación y el trabajo en equipo prosperan cuando los empleados sienten que pertenecen a su propia identidad y que están en su propia piel. La diversidad cultural debe celebrarse, pero conocerla es la única forma de aceptarla plenamente. 
  • Trabajar en un entorno en el que se celebra la diversidad y los empleados tienen un alto coeficiente intelectual permite que todos se sientan cómodos consigo mismos. Es precisamente por eso que están motivados para permanecer en la empresa durante más tiempo.

La inteligencia cultural reduce el agotamiento de los empleados

Por último, la inteligencia cultural puede ayudar a frenar el síndrome de burnout:

  • Realizar una inversión en CQ ayuda a fomentar el sentido de pertenencia. Gracias a ello se frustra el agotamiento de la plantilla y la rotación de empleados. Además, se aumenta la seguridad psicológica en el lugar de trabajo.